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Mostrando las entradas de octubre, 2020

PLEGARIA

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Con el alma que se sumerge en el silencio, mi corazón te grita por dentro; la noche está dormida, el fuego de mi espíritu arde muy lento.. No ha sido fácil escuchar tu voz en la tormenta ni tampoco seguir tus consejos, hay tanto que hacer en esta vida y tan poco es el tiempo. Amar. Perdonar. Ser último si quiero ser primero. Compartir mi abrigo y mi pan con el propio y el extranjero, devolver bien por mal, tomar mi cruz y seguir tu sendero. Reglas sencillas que me propongo, cada vez que me recuesto; pero que difíciles de cumplir se tornan porque en mi debilidad no sé cumplir tus mandamientos. Y sin embargo Tú, mi Amigo, mi Maestro una vez más me acoges desde la soledad de tu madero, me miras, me sonríes, me preguntas si te quiero; y yo me vuelvo aquél niño de nuevo, el que te descubrió entre el catecismo y el juego, y te prometo amarte para siempre como te prometí hace tiempo, y me abrazo a tus rodillas y te digo que no me dejes sólo, que te necesito, que de mis errores me arrepiento, ...

LA CORRECCIÓN FRATERNA, CAMINO A LA PAZ

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  Leemos en el evangelio: “Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano.  Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo.  También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos” ( Mateo 18,15-20) Corregir a los demás no es tarea fácil. Nos cuesta aceptar nuestros errores y equivocaciones y se hace necesario que alguien desde fuera sea el que nos corrija. Corregir desde lo que el evangelio nos pide debe nacer de un límpido deseo de ...
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  Un hombre que tenía un grave problema de miopía se consideraba un experto en evaluación de arte. Un día visitó un museo con algunos amigos. Se le olvidaron las gafas en su casa y no podía ver los cuadros con claridad, pero eso no lo detuvo a la hora de vociferar sus fuertes críticas.   Tan pronto entraron a la galería, comenzó a criticar las diferentes pinturas. Al detenerse ante lo que pensaba era un retrato de cuerpo entero, empezó a criticarlo. Con aire de superioridad dijo: "El marco es completamente inadecuado para el cuadro. El hombre está vestido en una forma muy ordinaria y andrajosa. En realidad, el artista cometió un error imperdonable al seleccionar un sujeto tan vulgar y sucio para su retrato. Es una falta de respeto".   El hombre siguió su parloteo sin parar hasta que su esposa logró llegar hasta él entre la multitud y lo apartó discretamente para decirle en voz baja: "Querido, ¡¡¡estás mirando un espejo!!!".   Muchas veces nuestras propia...