PLEGARIA
Con el alma que se sumerge en el silencio, mi corazón te grita por dentro; la noche está dormida, el fuego de mi espíritu arde muy lento.. No ha sido fácil escuchar tu voz en la tormenta ni tampoco seguir tus consejos, hay tanto que hacer en esta vida y tan poco es el tiempo. Amar. Perdonar. Ser último si quiero ser primero. Compartir mi abrigo y mi pan con el propio y el extranjero, devolver bien por mal, tomar mi cruz y seguir tu sendero. Reglas sencillas que me propongo, cada vez que me recuesto; pero que difíciles de cumplir se tornan porque en mi debilidad no sé cumplir tus mandamientos. Y sin embargo Tú, mi Amigo, mi Maestro una vez más me acoges desde la soledad de tu madero, me miras, me sonríes, me preguntas si te quiero; y yo me vuelvo aquél niño de nuevo, el que te descubrió entre el catecismo y el juego, y te prometo amarte para siempre como te prometí hace tiempo, y me abrazo a tus rodillas y te digo que no me dejes sólo, que te necesito, que de mis errores me arrepiento, ...