LAS DISCÍPULAS DEL MAESTRO, PRIMERAS TESTIGOS DEL RESUCITADO

 

En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos.  De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: “Alégrense”

Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies.

Jesús les dijo: "No tengan miedo: vayan a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán".

Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles: "Digan que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras ustedes dormían. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros lo arreglaremos y los sacaremos de apuros".

Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.  Palabra del Señor

Las mujeres han ido al sepulcro. En vez de una piedra que sella las sombras de la muerte, un resplandor como de relámpago ha dejado como muertos a los guardias y una voz celestial las invita a ellas a entrar al sepulcro vacío y comprobar que, en efecto, ¡No está aquí, ha resucitado como lo había dicho!. Tal vez nos sorprendemos de que los evangelios, que describen la Pasión con tanto detalle, no describen nada de la resurrección. La lectura de hoy habla de la tumba vacía, y cuenta cuando Jesús resucitado se encuentra con sus amigos. Jesús les pide a los apóstoles que retornen a Galilea y que es allí donde se encontrarán con él, cuando vuelvan a su vida ordinaria. Yo también solo puedo encontrar a Jesús y el poder de su resurrección en mi vida ordinaria

Vayan, les ordena. La Palabra que las anima a entrar, las impulsa también a salir para anunciar a los discípulos: Ha resucitado de entre los muertos y va camino de Galilea; allí lo verán. Y mientras obedecen con una mezcla de temor y alegría, Jesús les sale al encuentro. Ellas lo abrazan y lo adoran. Pero el Señor, reconocido al fin, las envía de nuevo a sus hermanos; porque es ahí, justamente, en la fraternidad, en la unión y en el servicio, donde se le encuentra.

El lugar definitivo de su presencia no está en los aledaños de la tumba, ni en el atrio del templo, ni en la ribera del Jordán, ni entre quienes comercian con la muerte. El Señor nos espera en Galilea, en nuestra Galilea, que es el espacio de nuestra vida cotidiana y de nuestras relaciones fraternas, sobre todo con los pobres, en quienes Él quiere ser servido.

¿Por qué la Resurrección no transformó todo inmediatamente? Porque Dios trabaja con nosotros en forma silenciosa, paciente y oculta. Nosotros somos preparados para la vida eterna con Dios, y ése es un trabajo del momento, pero a lo largo de toda la vida. Le pido a Dios que día a día pueda crecer en amor. Cuando aumenta mi amor, la Resurrección gana terreno en mí y en el mundo.

La invitación de Jesús es que vayan a Galilea y ahí “lo verán”. Es la misma invitación que nos ofrece a nosotros. “Galilea” puede ser el barrio, la familia, el lugar de oración, los pobres y los tantos momentos en los que sentimos la Presencia de Jesús. La oración es uno de ellos; ella aumentará nuestra capacidad de sentir esos momentos de encuentro con el Señor.

Los guardias que custodian el sepulcro y han visto moverse la piedra, van a referir a las autoridades lo sucedido. Éstas se reúnen en consejo y deciden sobornarlos con dinero. El dinero siempre ha sido el instrumento para perversas estrategias. Ya les ha servido en el caso de Judas. Ahora lo usarán para hacer correr la ridícula historia del robo nocturno del cadáver, a fin de explicar así el sepulcro vacío y neutralizar los efectos peligrosos de lo sucedido: Digan que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras ustedes dormían. Ellos toman el dinero y ejecutan la orden, y ésta es la versión que ha corrido entre los judíos hasta hoy.

Las mujeres fueron al sepulcro a honrar un cadáver y recordar. El anuncio de la resurrección del Señor las hizo buscar donde realmente Él está. Asimismo nuestra experiencia de la Pascua no puede consistir únicamente en un piadoso recuerdo o en el conocimiento de una filosofía de la vida, o de unas enseñanzas morales. La fe en la resurrección propicia en nosotros la búsqueda y el encuentro con una persona viva que nos transforma, nos saca de nosotros mismos y nos envía a anunciar la buena noticia de que la muerte y el mal de este mundo no tienen la última palabra.

Señor, me llenas de alegría y confianza, y me dices que no debo temer. Fortalecida/o por encontrarte, me envías hacia los “galileos” de este mundo, donde Tú estás a menudo disfrazado de pobre, de necesitado, de oprimido. Déjame ser un testigo de Tí, un agente de esperanza y aliento para todos los que yo encuentre. Amén.


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