¡El SECRETO de la CONFIANZA…!(San Mateo 25, 14-30)
¿Sabes andar en bicicleta o practicar algún deporte? ¿Te acuerdas cómo lo aprendiste, quién te animó, enseñó y sostuvo? ¡También seguramente habrás enseñado algo a alguien con mucho cariño!
En el evangelio de hoy, Jesús narra que el Reino de Dios es como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confío sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos y a un tercero uno solo, a cada uno según su capacidad; y después partió.
En este pasaje descubrimos que este hombre valoró a sus servidores y confió plenamente en ellos: les dio la libertad y tiempo suficiente para que desarrollaran creativamente sus talentos. De la misma manera, Dios nos valora infinitamente y confía plenamente en cada uno de nosotros para el desarrollo de nuestros talentos. ¡Esta es la Buena Noticia de hoy!
Ahora, sabemos muy bien que si queremos que alguien crezca bien en sus talentos, se necesitan algunas condiciones fundamentales:
• Valorarlo convencidos de su dignidad de hijo de Dios y descubrir con fineza su potencialidad.
• Motivarlo dándole ánimo, especialmente en sus “caídas”.
• Acompañarlo y sostenerlo fielmente en el tiempo a través de las muestras de confianza. Y es muy importante reconocer sus pequeños logros por medio del elogio generoso.
Entonces, a quien aprende de esta manera, naturalmente, le surgen las ganas de responder de la mejor manera posible desarrollando sus talentos, como una semilla que encuentra las mejores condiciones para su crecimiento.
En esta misión, la confianza puesta en la persona que aprende es primordial. Porque ayuda a que ella pierda el miedo al fracaso y tenga confianza en sí misma. Pero no tanto porque se sienta capaz de todo, sino más bien por quien ha puesto su confianza en ella y la sostiene. Esto es lo que le sucedió a San Pablo con Dios, por eso dice: “sé en quien he puesto mi confianza” (2 Timoteo 1,12), “yo lo puedo todo en aquel que me conforta” (Filipenses 4,13). En una palabra, Dios es el que nos ha puesto toda su confianza y nos da seguridad para que desarrollemos todos nuestros talentos.
Ahora, ¿qué son los talentos que Dios nos propone desarrollar? Por un lado, el talento es el regalo de nuestra propia vida con todas las dotes humanas y cualidades. Por eso cada uno podemos decir “yo soy el talento”. Por otro lado, nuestro gran talento es Jesús mismo, el regalo de Dios Padre para cada uno de nosotros, y con Él toda su gracia: la Palabra de Dios, fe, Iglesia, sacramentos, amor y la salvación.
Ahora bien, ¿cómo descubrimos estos talentos naturales y espirituales? Normalmente, a través de las personas que nos aprecian. Pero si eres joven, ante todo, acuérdate de descubrir lo que Dios ya te confió, y no te fijes tanto en los talentos ajenos, porque Dios nunca se olvida de regalar talentos originales a cada uno. Sobre el modo concreto del descubrimiento se puede ampliar con otra de mis homilías que se titula: “¿Quieres éxito? ¡Descubre tus talentos!”.
Y ahora, ¿Cómo puedes desarrollarlos? Poniéndolos en práctica al servicio de los demás porque así crecen rápido, es decir, hay que hacerlos circular, como la sangre en el cuerpo. Porque cuánto más beneficias a otros, tus talentos crecen mejor transmitiendo más alegría, esperanza, amor y vida.
Por otro lado, si tienes edad madura y ya desarrollaste tus talentos, ofrécelos con generosidad al servicio del mayor bien de los demás. Por favor, ¡no dejes pasar el tiempo! Además, puedes ayudar a los jóvenes a descubrir sus talentos y sostenerlos para que puedan desplegarse. ¿No te parece que es una misión hermosa y valiosa para ti?
Querido amigo, querida amiga, si desarrollas tus talentos y ayudas a desarrollarlos en otros para el bien de todos, hoy el Señor te felicita e invita a su banquete eterno diciéndote: “Servidor bueno y fiel…entra a participar en el gozo de tu Señor”. Amén.
Por Monseñor Han Lim Moon
Domingo 33° durante el año - Ciclo A - 15/11/2020
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