LAS ENSEÑANZAS DEL MAESTRO

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 “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿Qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿Qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?” ( Mateo 5:43-47) 


Los cristianos debemos dar ejemplo al mundo, haciendo el bien a todos sin excepción. No debemos tener enemigos, aunque nos hayan hecho el mal. Por eso, San Pablo va a decir. "Queridos hermanos, no tomen venganza ustedes mismos, sino dejen que Dios sea quien castigue; porque la Escritura dice: «A mí me corresponde hacer justicia; yo pagaré, dice el Señor.» (ROM. 12,19). 

La pregunta aquí sería: ¿Cómo consigo tener mi corazón libre de malos ratos, de resentimientos, incluso de odios, en medio de éste mundo hostil?. Recordando que, el amor y la misericordia  de Dios, es incondicional; tanto que extiende a sus enemigos. ¿No fue acaso Jesús quién exclamó en medio del dolor de su crucifixión: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen? . Esto desafía categorías ordenadas y preferencias personales que pueden tener tanta influencia en la vida. Es solo con su corazón que nosotros podemos amar de una manera que es humanamente imposible.  La santidad significa imitar a Dios y tratar de ser tan generosas/os como podamos. Tenemos que actuar como Dios lo hace amándonos a todos, justos o injustos, buenos o malos. Su misericordia y bondad es radical, desproporcionada e indignante. No seamos cautelosos para amar.


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